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miércoles, 24 de marzo de 2010

El Diablo en el espejo

Estabamos todos tomando unas copas en un bar de mi ciudad. Estabamos de risas y bebiendo lo normal, cuando apareció un muchacho moreno, de unos 16 años, como nosotros. Alberto, uno de mis amigos que allí se encontraban, le saludó, puesto que eran amigos. Se sentó con nosotros y hablamos durante unas horas.

Al cabo de unas, más o menos, 3 horas, el tema de conversación pasó a ser historias de miedo, puesto que ya había anochecido y nos encontrabamos ahora en un botellón en un descampado. Nos contabamos historias terroríficas y acabamos realmente asustados. Entonces Safías, el chaval gótico amigo de Pablo, dijo que conocía una forma de ver al Diablo.

Le escuchamos con, la verdad, una atención de cuando te cuentan un chiste. El procedimiento que hay que seguir es el siguiente:(Textualmente)"En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así que si queremos verle tiene que ser ese mismo día a esa misma hora. Vete al baño, puesto que es el lugar más propicio para realizar el evento, y cierra la puerta.

Enciende 12 velas, al poder ser negras, y situate enfrente del espejo. Cuando quede poco para que sean las 12, cierra los ojos y situate, como dije antes, enfrente del espejo. Mantenlos cerrados hasta que quede solo una campanada de las doce que debe sonar. En ese segundo verás al Diablo en el espejo"Todos nos lo tomamos a broma, pero David, otro amigo con el mayor valor que he visto nunca, dijo que lo haría sin problema.

Estabamos a 20 de Diciembre, así que en cuatro días lo haría, solo pedía que hubiese un testigo, y que sería en su casa. Ese testigo fui yo.24 de Diciembre, las 23:55. Todo preparado y nadie que nos moleste. Entró David solo, yo tengo mucho miedo a esas cosas. Se cerró la puerta y esperé sentado afuera. Las campanadas sonaron, y yo estaba al acecho de que algún ser estuviese espiando para darme un susto, pero no pasó nada. Suspiré, aliviado, y llamé a David.

No contestó. Atemorizado, abrí la puerta de un golpe, y encontré a David en el suelo, agarrandose el corazón. Y en el aire se olía el inconfundible rastro del azufre. Llamé a la ambulancia a toda prisa y como pude, y se lo llevaron al hospital.Le diagnosticaron un infarto al corazón a causa de un sobresalto, una crisis nerviosa.

Yo no pude dormir durante meses, hasta que fui tratado por un psicólogo. Cuando por fin David se recuperó, me dijo a mí sus primeras palabras:"Lo he visto . . . Tengo mucho miedo"Ahora ya he conseguido dormir, pero David no es ya el mismo. Recuperó algo de su vitalidad, pero aún se le nota muy apagado, triste. Dicen que es porque el infarto lo deja a uno mal. No fue eso: fue lo que vió en el espejo. Y estará así hasta que se muera.

viernes, 19 de marzo de 2010

Salió del más allá para destruirlos...

Narrado por Hellen Sánchez

¡Germán...Germán... gritó uno de los miembros de la congregación dame bálsamo y un crucifijo, hay algo que no debe pasar!¿Qué sucede? respondió mi esposo intrigado por la extraña presencia en la casa donde vivimos desde que nos casamos.

¡Se siente un alma errante!No fue necesario esperar mucho tiempo, flotando en la sala, la silueta ennegrecida de un monje o un ser con vestimentas amplias y oscuras recorrió algunos metros para desaparecer ante la vista incrédula de ambos hombres.

Por muchos años, nuestro hogar fue un templo espiritista, motivo más que suficiente para que algo de esa energía aún permanezca en los muros. Afortunadamente, los dos tenemos la aptitud de mirar lo que el resto de los humanos no puede; contamos con la capacidad de expulsar entes maléficos cuando quieren tomar posesión de un cuerpo humano o bien, servimos como receptores de seres de luz que necesitan comunicar algo a sus familiares terrenales.

¡Era un especie de monje!, me contó mientras cenábamos flotó por toda la sala y ¡desapareció!¿No pudiste enterarte de lo que quiere? pregunté extrañada.¡No!, me respondió suspirando, levantamos oración y bálsamo, espero que ya no vuelva a manifestarse.

Este tipo de fenómenos no son nuevos para nosotros, les hemos perdido el miedo a varios tipos de energías errantes por nuestra dimensión. Sin embargo, hay otras malvadas con el único fin de atormentar a los vivos.Cierta noche, terminamos de cenar para ir a la recámara para descansar.
Pero de manera intempestiva, el ambiente se enrareció; una fuerte presencia nuevamente se apoderó de la habitación.¡Virgen santísima!, dije en voz baja, ayuda a esta alma a descansar en paz, dale el perdón eterno para que se vaya al lugar donde pertenece.¿Sentiste lo mismo? preguntó Germán, quien comenzaba a tener fuerte escalofrío.- Claro, lo percibo - respondió mirando como su cuerpo temblaba.
Vamos a levantar oración ordenó con voz trémula y un tanto cortada. Elevamos plegarias para que ese ente, al parecer muy poderoso, nos dejara en paz; sin motivo aparente, mi perro, desesperado, comenzó a ladrar mientras rascaba la puerta principal. - Algo le pasa al perro dije- al momento que caminaba hacia el cerrojo para dejarlo pasar.- Recuerda, los animales son más sensibles a éstas manifestaciones - respondió hablando cada vez más lento. Apenas tuve enfrente al canino, se levantó en sus patas traseras para lamerme las manos. Nuevamente, nuestro entorno se mostró denso, húmedo, pesado, con un ligero olor a flores marchitas.¿Qué ves? exclamé al percatarme que nuestra mascota ladraba intensamente soltando mordidas a diestra y siniestra.
Por un momento, tenía la impresión de que el perro había localizado a su presa, gruñó acorralando a un enemigo invisible. Esa manifestación fue más poderosa y lo hizo aullar y correr al otro lado de la casa. Pensé que todo había terminado, volví a la recámara y vi que mi esposo dormía profundamente; tratando de olvidar todo, decidí encender la televisión y distraerme. A penas me acerqué al aparato, gracias al reflejo del monitor, me percaté que esa ser estaba recostado en uno de los sillones de la sala.- ¡Germán- llamé histérica a mi marido- ya regresó, está en la sala...! -Mi pareja estaba en trance; mantenía los ojos cerrados y se movía violentamente de un lado a otro.

Era señal inequívoca de que se trataba de un espíritu superior. No sólo era un alma empeñada en provocarnos miedo sino que también tenía propósitos malignos.
Tomando bálsamo y una cruz, decidí enfrentarlo y saber de una vez por todas de quién se trataba.- ¿Qué quieres en mi casa?- pregunté de manera violenta. Volteó de forma paulatina, emitiendo temibles sonidos que parecían una risa hueca y misteriosa, como si se burlara de mí.

Al tenerla enfrente, el aliento me abandonó y las piernas se quedaron paralizadas: era la cara de una calavera, en algunas partes del cráneo aún había pedazos de carne viscosa y putrefacta. Movió la quijada rápidamente, parecía soltar una carcajada pero no emitió sonido alguno; se levantó del sofá y dejó al descubierto los huesos de los brazos envueltos en jirones de tela sucia y carcomida. No tuve otra opción más que orar; mi perro saltó sobre ese ser de ultratumba, que poco a poco avanzaba hacia mí. Yo aún permanecía estática de la impresión.
El espíritu se esfumó dejando una nube negra de penetrante olor a azufre. Al otro día, nuestra mascota comenzó con fuertes convulsiones y ataques hasta morir en medio de dolores y agudos quejidos. En la congregación me comentaron que esa alma venía por mí o por mi esposo; mi fiel perro decidió tomar nuestro lugar para ir al viaje sin retorno.

martes, 8 de abril de 2008

Las manos de un muerto

En una noche de travesuras entre jóvenes se habían reunido para hacer espiritismo y habían adecuado la habitación para que todo fuera más lúgubre y oscuro el lugar. Les quedó bien, iluminados tan sólo por las velas, los amigos se dispusieron a practicar la ouija y durante un rato se estuvieron divirtiendo.
De repente cuando ya en el acto de la ouija alguien les contestaba, aquello estaba animado. Entonces uno de los chicos comenzó a hacer cosas raras y todos dirigieron sus miradas hacia él. El muchacho que me contó la historia alzó su rostro y vió algo más... algo que los demás no pudieron ver. Dos fuertes manos aprisionaban la garganta del chico y apretaban, apretaban. La víctima abría la boca y buscaba aire pero nadie supo cómo ayudarle, tenían mucho miedo.
El chico que observaba miró hacia arriba y vió al dueño de esas manos. Tras la víctima, estaba su propio padre muerto años atrás. El fantasma del padre que asesinaba al hijo más allá de la realidad... en forma de espíritu estrangulaba un cuello que los otros chicos veían desnudo, sin esas manos apretando y apretando... Al final ocurrió lo impensable.
La víctima se soltó de las manos y corrió en dirección a la ventana para lanzarse al vacío. Los amigos actuaron rápido esta vez y consiguieron cogerlo de las piernas salvándole la vida. No sé qué habrá sido de aquel joven. Pero sé que aún aquellos amigos siguen haciendo aquella práctica de buscar respuestas desde el más allá.

viernes, 4 de abril de 2008

Golpes del más allá

Muchas veces las historias de terror suelen suceder a las personas menos indicadas y es ésta que le sucedió a la madre de una amiga que emigró a un país europeo para buscar mejor vida, teniendo que alquilarse una casa con su esposo que apenas tenía comodidades. Pero lo curioso es que tenían visitantes misteriosos.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Aquellos rasguños en la cama no son tan inhabituales ¿no?. Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también, que no estamos solos". La joven vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo terrible.
Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes, comenzaron a salir de debajo de la cama. Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron. La chica las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía? Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas.
La chica notó esa fuerza en golpes de mano y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes... Gritó. Cuando su esposo iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe. La joven emigrante sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque en qué comisaría de policía iban a escuchar semejante historia sin echarse a reir.
No volvió a ocurrirle porque volvió a su país natal entre lágrimas y terrores. Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo, fue para contárselo a su hija -mi confidente-, quien me confesó que su madre no podía hablar del tema sin echarse a llorar y a temblar. No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.