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lunes, 28 de abril de 2008

La mascota del Diablo

En una fábrica en un barrio muy precario en una ciudad antigua y colonial del Ecuador, en la cual suceden muchos hechos extraños.Detrás de la fábrica hay un descampado y muchas veces por la noche se suelen ver duendes o nenes que corren y desaparecen, y lo más tenebroso de todo viene ahora...

Esta fábrica reporta un desaparecido por año, especialmente entre los serenos que la vigilan. Por la noche, cuando el sereno cuida la fábrica, suele escuchar silbidos y hasta respiraciones cerca.

Una vez corrió el rumor de que uno de los empleados por la noche mientras vigilaba el lugar al sentir un gruñido se asomó por la ventana y vio un perro gigante, así como un caballo, y que no se va a olvidar nunca de los ojos rojos de este.Dicen que el dueño hizo un pacto con el diablo y desde ahí nunca más le robaron, pero a cambio él debe entregar un alma por año, o sea la de un empleado.

Este perro es supuestamente una bestia enviada por el mismo Satanás para evitar los siniestros, dado que es un barrio extremadamente peligroso. Se dice que aún a la media noche se puede escuchar los ladridos de este perro guardían, y quién se atreve a espiar por dentro de esta fábrica podrá ver los ojos rojos de este animal.

viernes, 25 de abril de 2008

Después de los 4 puentes

Una chica tenía dos abuelos a los que adoraba, pero ahora ellos ya están muertos. Y sobre ellos es la historia que les vamos a contar. Cierto día el abuelo falleció y la abuela quedó como alma en pena vagando por la casa que habían compartido tantos años en amor y armonía.
Ella tenía familia por supuesto, pero no era lo mismo. La abuela tenía mucha confianza en Carolina, tanta que terminó confesándole algo que le ocurría: soñaba con su marido muerto. "Hay cuatro puentes, y al final de los puentes está él, alargando la mano para que vaya con él". Pasaron los días y los meses, y una noche fue Carolina la que tuvo un sueño extraño: Era pequeña y entraba a un ascensor con su abuela. Iban cogidas de la mano y el elevador ascendía pisos y pisos.
Una especie de viaje sin retorno puesto que el ascensor no era familiar para Carolina. No sabía cuántos pisos habían ascendido cuando, de pronto, el ascensor se paró y se abrieron las puertas. La abuela soltó la mano de Carolina y salió. Ella trató de avanzar pero su abuela le dijo: "No, tú no vienes conmigo". La abuela le sonrió en su sueño y aquí terminó todo.
Cuando Carolina se despertó por la mañana su abuela había fallecido la misma noche. En el sueño se había despedido de ella. Si me preguntan que tiene que ver con los cuatro puentes?. Cada puente es un mes. La abuela falleció cuatro meses después que su marido, o sea, cuatro puentes después... y recuerden que ya se mencionó al final de los cuatro puentes, su fallecido marido le tendía la mano para llevarse consigo a ella.

lunes, 14 de abril de 2008

El juego de la Ouija

Es una historia en que dos chicas en sus travesuras de niñas cuando apenas tenían sólo nueve años jugaban con el tablero de la oui-ja. Cuando contó esta historia, tenía tan sólo 13 años, y el hecho había ocurrido hacía apenas unas semanas.
Esta ocasión yo seré quien les cuente la historia... Las dos adolescentes entraron en una casa abandonada con el fin de invocar a algún espíritu, pero en esta ocasión, al contrario que las veces anteriores, en vez de venir un espíritu benigno, vino uno maligno. Aquel espíritu, mediante el tablero, les ordenó que hiciera lo que él les ordenaba o las mataría.
Le preguntaron alucinadas qué quería. "Mataos mutuamente" fue su contestación. No dudaron en decirle que se fuera, pero el vaso se movía enérgico una y otra vez hacia el NO del tablero. Tras varias negativas rotundas, el vaso paró en seco y ellas se miraron preguntándose qué estaba ocurriendo. Entonces ocurrió.

Que al final de la escalera de aquella casa abandonada había un fantasma. Llegaron incluso a hacerle una fotografía. En aquel mismo momento escucharon un crujido y al girarse vieron que el vaso de cristal se había roto. Al mismo tiempo el fantasma desaparecía.

martes, 8 de abril de 2008

Las manos de un muerto

En una noche de travesuras entre jóvenes se habían reunido para hacer espiritismo y habían adecuado la habitación para que todo fuera más lúgubre y oscuro el lugar. Les quedó bien, iluminados tan sólo por las velas, los amigos se dispusieron a practicar la ouija y durante un rato se estuvieron divirtiendo.
De repente cuando ya en el acto de la ouija alguien les contestaba, aquello estaba animado. Entonces uno de los chicos comenzó a hacer cosas raras y todos dirigieron sus miradas hacia él. El muchacho que me contó la historia alzó su rostro y vió algo más... algo que los demás no pudieron ver. Dos fuertes manos aprisionaban la garganta del chico y apretaban, apretaban. La víctima abría la boca y buscaba aire pero nadie supo cómo ayudarle, tenían mucho miedo.
El chico que observaba miró hacia arriba y vió al dueño de esas manos. Tras la víctima, estaba su propio padre muerto años atrás. El fantasma del padre que asesinaba al hijo más allá de la realidad... en forma de espíritu estrangulaba un cuello que los otros chicos veían desnudo, sin esas manos apretando y apretando... Al final ocurrió lo impensable.
La víctima se soltó de las manos y corrió en dirección a la ventana para lanzarse al vacío. Los amigos actuaron rápido esta vez y consiguieron cogerlo de las piernas salvándole la vida. No sé qué habrá sido de aquel joven. Pero sé que aún aquellos amigos siguen haciendo aquella práctica de buscar respuestas desde el más allá.

viernes, 4 de abril de 2008

Golpes del más allá

Muchas veces las historias de terror suelen suceder a las personas menos indicadas y es ésta que le sucedió a la madre de una amiga que emigró a un país europeo para buscar mejor vida, teniendo que alquilarse una casa con su esposo que apenas tenía comodidades. Pero lo curioso es que tenían visitantes misteriosos.
Al principio sólo eran sonidos, rasguños en la almohada que mantenía abrazada mientras trataba de descansar después de tantas horas de trabajo. Le asustó, cierto, pero mantuvo la calma y pensó que era su propio agotamiento el que la hacía tener alucinaciones auditivas. Aquellos rasguños en la cama no son tan inhabituales ¿no?. Muchos los hemos oído. Son visitantes que quieren comunicarnos que "están ahí también, que no estamos solos". La joven vivió con esa extraña experiencia unos días y terminó por acostumbrarse, pero una noche ocurrió algo terrible.
Estaba tumbada en la cama, descansando, su marido estaba afeitándose en el cuarto de baño, y de pronto unas lucecitas de un tamaño algo mayor que el de las canicas, blancas azuladas y brillantes, comenzaron a salir de debajo de la cama. Subieron, ascendieron hasta ponerse encima de ella, y bailaron. La chica las miró estupefacta, tragó saliva y respiró profundamente. ¿Qué era aquello? ¿De dónde salían? ¿Qué las producía? Y entonces las luces comenzaron a bailar con movimientos más bruscos, y una poderosa fuerza salió de ellas.
La chica notó esa fuerza en golpes de mano y patadas invisibles que la golpeaban y estampaban contra las paredes... Gritó. Cuando su esposo iba a salir la puerta del cuarto de baño se cerró de golpe. La joven emigrante sufrió una paliza que la dejó destrozada, y no pudo hacer una denuncia, porque en qué comisaría de policía iban a escuchar semejante historia sin echarse a reir.
No volvió a ocurrirle porque volvió a su país natal entre lágrimas y terrores. Durante años jamás contó la historia, y cuando lo hizo, fue para contárselo a su hija -mi confidente-, quien me confesó que su madre no podía hablar del tema sin echarse a llorar y a temblar. No es para menos. Su hija también lloró al contármelo.